martes, 30 de abril de 2013

Entrevista al Medio Ambiente

Por Antonio Marín

En la sesión conjunta celebrada hoy en la Escuela de Arquitectura de Granada hemos podido contar con la participación, entre otros muchos expertos de diversos campos, de Rocío Pérez y Ana Manrique.
Ambas son estudiantes de Ciencias Ambientales en la Universidad de Granada, y forman parte de la Asociación Ambientae. Hemos tenido la oportunidad de conversar con ellas y debatir diversos aspectos respecto al incendio sufrido en Málaga el verano pasado, descubriendo nuevos puntos de vista y completando otros. Desde aquí queremos agradecer de antemano a Rocío y a Ana su aportación y su visita al grupo de Monte En Llamas.
Han sido cuatro los conceptos que hemos tratado y desde los que hemos enfocado el análisis, y que han ido surgiendo a lo largo de la intensa conversación que hemos mantenido.




- La legislación vigente. Las leyes no siempre son respetadas, tanto por los ciudadanos como por las administraciones, y su incumplimiento puede provocar una catástrofe por negligencia. La importancia de conocer y respetar la legislación es un factor clave a la hora de evitar tragedias. Otra pregunta que cabe hacerse es si la legislación actual es la más apropiada y está redactada de manera que su aplicación busque los resultados más adecuados posibles. De nada sirve la aplicación de la ley, si ésta es ineficaz o no responde a una situación concreta. Es necesario realizar un gran esfuerzo y revisar las legislaciones vigentes buscando nuevos sistemas y su perfecta idoneidad. El tercer punto de vista se refiere a la publicación y difusión de la normativa. Es de suma importancia que los todos los ciudadanos conozcan al menos los puntos vitales referidos a evitar incendios, y en caso de producirse, cómo actuar ante ellas de manera eficaz. Hay que informar especialmente a los grupos urbanos que viven en un mayor contacto con la naturaleza, con ecosistemas frágiles y de un alto valor ecológico, para que participen de manera activa en su correcta conservación, desarrollando modos de vida y actividades más respetuosos, responsables y sostenibles.

- El factor humano y social. La importancia de concienciar a las personas del alto valor que posee el medio natural y de la necesidad de protegerlo con estrategias más sensibles: no humanizar el medio ambiente, sino naturalizar nuestros actos en él, desde el respeto y la humildad, sin anteponer nuestras actividades e imponerle nuestras condiciones. El monte no es un patio de recreo para los fines de semana, sino mucho más. Únicamente desde el respeto, el cariño y el conocimiento hacia el medio natural, podremos preservarlo para generaciones futuras. Una sociedad más concienciada con la naturaleza y la necesidad de cuidarla, sin duda pondrá sobre la mesa las herramientas necesarias para evitar con mayor efectividad estos incendios tan devastadores. Además hemos tratado el valor sentimental que tienen los bosques para muchos, y del dolor que puede llegar a provocar en nuestras sensibilidades el contemplar cómo se queman nuestros ecosistemas. Esa sensibilidad que procede de la empatía del ser humano hacia la naturaleza se debe potenciar y llevar a un nivel superior a nivel general.

- El urbanismo insostenible y disperso provoca graves problemas que afectan directamente a la posibilidad de provocar un incendio o de no poder extinguirlo a tiempo. Cuando los núcleos urbanos son concentrados y se sitúan en un punto concreto del territorio, resulta más fácil controlar los factores de riesgo o las situaciones derivadas de una catástrofe. Sin embargo, cuando se desarrolla un urbanismo que permite que se hayan construido de manera ilegal viviendas en suelo no urbanizable en pleno monte, surge un modelo de viviendas dispersas que pone en serio peligro la integridad del medio. Por una parte, al ser un urbanismo tan disperso, hay menos control en los factores de riesgo por parte de las autoridades y la población de dichas viviendas ilegales puede llegar a realizar neglicencias que deriven en una catástrofe. Por otra, ese modelo disperso dificulta notablemente las labores de rescate y evacuación, aumentando el tiempo necesario para ello; tiempo en el que el monte en llamas sigue ardiendo porque los cuerpos de emergencia tardan demasiado en asegurar la integridad de la población dispersa, casa por casa (cuando puede haber varios kilómetros de terreno montañoso entre una y otra) y no pueden concentrar sus efectivos en apagar el fuego. Es absolutamente primordial reconfigurar los modelos y normativas urbanísticas, e impedir que existan núcleos de población dispersa en zonas que se pretenden proteger.

- Los intereses políticos y económicos. Es deplorable ver como la gran mayoría de políticos y regidores de este país tratan el medio ambiente como un valor de propaganda electoral, como un ama arrojadiza  o como un negocio para beneficiencia propia. Nunca como un bien común a proteger. El negocio de la madera o la recalificación de suelos rurales arrasados por las llamas para convertirlos en urbanizables son tan solo dos ejemplos de las diversas estrategias que desarrollan los ayuntamientos o los bancos para lucrarse a costa del medio natural y su deterioro masivo. Deben acabar este tipo de comportamientos tan nefastos y establecer mecanismos reales para que la ley condene duramente a cualquiera que las emplee. El monte no está en venta y no tiene valor económico. De igual manera, y finalizando las reflexiones que hemos desarrollado, no se puede anunciar que se va a dotar de un presupuesto millonario a tareas de reforestación únicamente con el propósito de contentar a la población y conseguir votos, cuando detrás de ese presupuesto no hay una estrategia ni un plan adecuado de actuación, y tan solo es una noticia para crear titulares. Hacen falta herramientas reales.

Los montes y los bosques no se cuidan con grandes sumas de dinero, sino con grandes dosis de cariño.

Antonio Marín

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho el artículo, es muy claro y dice grandes verdades, reflexiones a las que uno por sí mismo no llega a pensar. Lo recomiendo.

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